PREGUNTAS
CLAVE:
1.- ¿Qué
queremos saber?
2.- ¿Por qué
los adolescentes consumen drogas/fármacos?
3.- ¿Cómo
afectan las presiones sociales tanto en casa cómo en la escuela en los
adolescentes?
4.- ¿Cómo
afectan los fármacos en el organismo?
5.- ¿De qué
manera un adolescente puede salir de la farmacodependencia?
6.- ¿Quiénes
son más propensos a sufrir depresión?
7.- ¿Cómo
reconoces a un adolescente “farmacodependente”?
8.- ¿Cuándo
y cómo debe ser tratada la depresión y la “farmacodependencia”?
9.- ¿Cuál es
el punto de vista profesional sobre la depresión?
10.- ¿Cuál es
el mecanismo de respuesta hacia el cerebro de los fármacos?
11.- ¿Cuáles
son los niveles de dependencia?
12.- ¿Cómo
influyen los padres en los adolescentes para el consumo de fármacos?
13.- ¿Qué
instituciones están especializadas en el tratamiento de la drogadicción?
·
En un primer nivel de abstracción el término se ha utilizado para
denotar un síntoma. Por ejemplo, en el lenguaje cotidiano el término se utiliza
para describir un estado de ánimo triste, el sentirse miserable, etc. B) El
término depresión se utiliza para referirse a varios síntomas. Cuando una
persona tiene poco apetito y pierde peso, presenta un insomnio incipiente así
como pérdida de energía, presenta agitación o retardo psicomotor, entonces se
dice que presenta síntomas que indican una depresión.
·
Nolen-Hoeksema y Girgus (1994), también señalan que existen varias
controversias respecto a la definición y evaluación de la depresión cuando se
analiza esta problemática en la infancia, la adolescencia, y la adultez, dentro
de estas controversias están las siguientes: a) si los síntomas de la depresión
son los mismos en las tres poblaciones, b) si un nivel de depresión moderada se
puede ubicar en el mismo continuo donde se ubica la depresión clínica, c) cuál
es la mejor forma de evaluar la depresión en niños y adolescentes.
1.- ¿Qué
queremos saber?
2.- ¿Por
qué los adolescentes consumen drogas/fármacos?
3.- ¿Cómo
afectan las presiones sociales tanto en casa cómo en la escuela en los
adolescentes?
·
Muchas personas han querido ver en el uso de drogas la salida a una
serie de situaciones de la vida cotidiana, sin prevenir las consecuencias que
su consumo acarrea. Por las razones expuestas y para abrir más la definición,
los expertos recientemente prefirieron utilizar la idea de “problemas causados
por el consumo de drogas”, que pueden ir desde un vómito hasta la propia
muerte. Así, recordamos que se entiende por “farmacodependencia” el estado
físico y psíquico causado por la interacción entre un organismo vivo y
unfármaco, en la que se presentan modificaciones del comportamiento y un
impulso por ingerir el fármaco o droga de manera periódica, para evitar el
malestar sufrido por la privación [oms, 1964], por lo cual una droga viene a
ser “cualquier compuesto químico o natural que cambia o altera un sistema, o
cualquier sustancia no infecciosa o no alimenticia que, a través de procesos
químicos, produce cambios en los estados físico y/o mental” [bndd,
1971:3].(Obando, 2003)
5.- ¿De
qué manera un adolescente puede salir de la farmacodependencia?
6.-
¿Quiénes son más propensos a sufrir depresión?
7.- ¿Cómo
reconoces a un adolescente “farmacodependente”?
·
El tiempo libre es uno de los peores enemigos de la juventud
puesto que el ocio solamente conduce al camino de la adicción. Por ello, es
importante planear en las vacaciones de nuestros hijos una serie de actividades
recreativas, deportivas y de convivencia familiar que los mantengan alejados
del ocio y ocupados en su mente y en sus cuerpos, recordando que las drogas no
son indispensables para vivir, ni el alcohol lo es para quitar la sed.
·
Es de gran importancia que
tanto los padres como los maestros, y desde luego los propios médicos y
expertos en salud, se eduquen en cuestiones relacionadas con las drogas y su
consumo. Existen gran cantidad de manuales, folletos ilustrativos y materiales
de apoyo —algunos, científicamente hablando, mejor diseñados o más serios que
otros— con los cuales se puede tener una idea más precisa de qué son las drogas
y cuáles son sus efectos en el organismo, encuestas que diversos especialistas
y autoridades han hecho en nuestro país nos revelan que en general es en la
edad adolescente —que corresponde aproximadamente a la etapa del joven que
ingresa a la secundaria, en promedio de los 13 a los 15 años y más tarde en la
preparatoria— cuando se inicia, y luego se incrementa, el consumo de sustancias
que provocan adicción; no sólo ello, sino que durante esta etapa el sujeto
empieza precisamente el camino a la adicción. Una persona que a los 35 años se
convierte en alcohólico, usualmente empezó a beber de manera irregular en estos
años. La presión de los grupos de pares, de los vecinos y amigos, y a veces
hasta de familiares cercanos, aunada a las nuevas amistades que se hacen en las
escuelas, muchas veces constituyen los inicios de algo que después puede
convertirse en una adicción, máxime cuando sabemos que la adolescencia es un
periodo que podríamos denominar de “caldo de cultivo” para que el sujeto se
introduzca paulatinamente en el consumo, primero de manera experimental con
objeto de experimentar diversas sensaciones. [v. Gleen, op.cit.].
Posteriormente, en un esquema conductual, los muchachos empiezan a usar la
droga en situaciones sociales o recreativas, esto es, en las fiestas y en los
festejos, donde incluso es costumbre abusar de algunas sustancias, en
particular, del alcohol y el tabaco. Más tarde, el sujeto brinca a un tercer
estadio, que podemos denominar “funcional”, en el cual tiene que recurrir a las
drogas para poder actuar de manera normal o “funcional” puesto que —cree— sin
ellas no es capaz de desarrollar sus habilidades y destrezas.
·
De este nivel es muy fácil pasar a uno siguiente, más complicado,
que podemos llamar “disfuncional”, en que el sujeto no puede actuar normalmente
si no consume drogas; aquí ya estamos hablando de una situación crítica y muy
cercana al peligro donde pueden darse los comienzos de la adicción de manera
cotidiana y patológica y que causa severos daños para el sujeto que utiliza
dichas drogas. Por último, existe el nivel “suicida”, a través del cual el
individuo que consume indiscriminada y cotidianamente las drogas cae en una
situación de extremo peligro que puede llevarlo a la muerte. Si hay algo que
impacte la vida de todas las personas son los procesos de socialización que se
desarrollan en el medio familiar. La familia es, por excelencia, el centro de
desarrollo personal, el laboratorio de experiencias de lealtad, represión,
juegos de poder, competencia y estabilidad, etc. En el interior familiar se
desarrollan paradójicamente las armonías y los conflictos más grandes; procesos
muchas veces irreconocibles hasta por sus mismos miembros. Así, no es de
extrañar la gran influencia de familia y su socialización sobre los individuos
adictos al alcohol y otras drogas.
·
La droga o fármaco es aquella sustancia natural o sintética que,
al entrar en contacto con el organismo vivo puede modificar una o varias de sus
funciones. Es una sustancia química que tiene acción biológica sobre las
estructuras celulares del organismo ( Serpa, 1981: 12). La adicción a las
drogas ha sido descrita por un Comité especial de la Organización Mundial de la
Salud (OMS) como: “Un estado de intoxicación periódica, perjudicial para el
individuo y para la sociedad, producido por el consumo de una droga natural o
sintética” (NoyesKolb, 1975: 934). Por su parte, el Ministerio de Salud definió
el mismo término como: “La necesidad de usar un fármaco o droga en forma
continua con el fin de experimentar sus efectos, y cuya supresión provoca
trastornos psíquicos o físicos” (Ministerio de Salud, 1986). Cuando el enfoque
de la drogadicción se hace desde el punto de vista sistémico, algunas veces se
tiende a atribuir a otros componentes del núcleo familiar la enfermedad. Esto
no es nada más que una confusión respecto a la observación del fenómeno, pues
es un hecho que la enfermedad está en el adicto, pero en algunos casos los
disparadores (“razones”) para que él consuma pueden ser algunos de los
comportamientos de los otros familiares. Lo anterior nos lleva a afirmar que la
enfermedad de la adicción está en el mismo enfermo (no en la bebida, las
drogas, en los parientes o terceras personas significativos); pero que sus
efectos se proyectan expansivamente en el sistema familiar. Quienes padecen la
enfermedad de la adicción experimentan serios comportamientos a partir del uso
continuo y desmedido de sustancias. En tanto que se es químico dependiente, el
consumo incontrolable para el adicto se convierte en una necesidad permanente o
hábito psíquico obsesivo y compulsivo.
10.-
¿Cuál es el mecanismo de respuesta hacia el cerebro de los fármacos?
11.-¿Cuáles
son los niveles de dependencia?
·
Ausencia de la droga provoca severos trastornos del comportamiento
al adicto, ya que con la sustancia él experimenta una sensación pasajera de
bienestar que no posee en un estado natural de ausencia de la sustancia. Lo
anterior implica, en otras palabras, que el estado natural del adicto activo es
estar drogado. El uso continuo de una droga por un período prolongado
generalmente conduce al adicto a requerir de un mayor consumo con el fin de
lograr el mismo efecto, debido al desarrollo de una tolerancia psicológica.
Esto es grave para el adicto, pues aunque el individuo muestre esa tolerancia,
que le permite consumir cada vez mayores cantidades de sustancia, el organismo
sí resiente esa práctica descontrolada.
·
Los grupos más vulnerables para el desarrollo inicial de la
drogadicción son las poblaciones más jóvenes (adolescentes y adultos jóvenes);
por ello no es de extrañar que en los estudios realizados por el Instituto
Nacional Sobre Alcoholismo y Farmacodependencia (IAFA) se observan datos tales
como: Los adolescentes y los adultos jóvenes principalmente manifiestan una
tendencia a buscar el contacto con las drogas y desarrollan una adicción a las
mismas (Sandí, 1996: 24-25). Las edades promedio de inicio en el consumo eran:
16,6 años para el tabaco, 18,01 años para las bebidas alcohólicas y 18,55 años
para la marihuana (Bejarano, Carvajal y San Lee, 1996: 7). Es importante
destacar, que a los jóvenes los incita a experimentar el consumo, la desmedida
y abusada información sobre las drogas, los sistemas de uso, las opulentas
economías del narcotráfico (que tientan a cantidades de personas codiciosas),
las sensaciones que experimentan los individuos que utilizan determinadas
drogas y se hacen públicas a través de los medios de comunicación colectiva,
los programas de prevención primaria mal estructurados que en lugar de prevenir
provocan en los jóvenes el deseo de experimentar, las campañas publicitarias
que aconsejan indiscriminadamente a utilizar el recurso químico (fármacos) para
aliviar tal o cual dolor, la tensión o el estrés, o para aumentar la sensación
de bienestar corporal, etc. Hoy, desde el punto de vista social, los miembros
de la sociedad reconocen la existencia del fenómeno droga; pero contrario a lo
esperado, lo que antes era sancionado familiar y comunitariamente (control
social), dejó de ser un tabú para convertirse en una disposición de aceptación,
cual “costumbre social”, bajo la influencia del temor, el miedo a combatirlo, o
la angustia de tener la experiencia en el propio seno familiar.(Villalobos,
2010)
8.-
¿Cuándo y cómo debe ser tratada la depresión y la “farmacodependencia”?
9.- ¿Cuál
es el punto de vista profesional sobre la depresión?
·
DROGADICCIÓN Y FAMILIA La adicción a las drogas (llámese alcohol,
marihuana, crack, cocaína, morfina, anfetaminas, pasta, barbitúricos,
inhalantes, etc.) tiene dimensiones dramáticas en el país; miles de familias
experimentan las consecuencias del abuso de sustancias y/o de drogadicción1.
Las familias que tienen un adicto activo (que todavía consume), vivencian algún
tipo de deterioro y dificultades de desarrollo del potencial humano de sus
miembros. Es decir, no solo el adicto sufre su enfermedad, sino que —como
expansión— los familiares padecen también de una enfermedad asociada: la
co-dependencia. De manera muy simple, podemos citar que la co-dependencia es
una enfermedad que adquieren las personas por su convivencia con un adicto activo.
Los co-dependientes se caracterizan por ser personas que frecuentemente: a) ven
lo que los otros hacen mal, pero no llegan a reconocer sus propios errores; b)
tienen dificultad para identificar sentimientos, minimizan, alteran o niegan
sus propios sentimientos, y c) se perciben a sí mismos como completamente
generosos, dedicados al bienestar de los otros (Manual CODA, s.f.: 3).
·
Las personas co-dependientes, concomitantemente a la adicción del
enfermo, han desarrollado comportamientos similares al del adicto para
defenderse del caos que provoca el adicto por su consumo de sustancias y por la
disfuncionalidad del medio familiar. En otras palabras, con el paso del tiempo,
la mayoría de los familiares del adicto activo se comportan como si fueran
“adictos secos”: personas que no consumen pero que se comportan como si fueran
adictas. Debido a la co-dependencia la persona no sabe lo que siente, no está
segura de lo que piensa y no sabe qué hacer para resolver sus problemas
(Beattie, 1999:17). Un aspecto interesante de observar respecto a la
co-dependencia es que los hijos de adictos, incluso no consumidores, tienden a
establecer vínculos afectivos y familiares con personas adictas o cuya
personalidad concuerda con la de un adicto potencial. Así planteado, no es de
extrañar por qué hijos o hijas de adictos se casan o vinculan afectivamente con
adictos. La co-dependencia se manifiesta como un obstáculo para el desarrollo y
progreso del núcleo familiar2. Es a través de esta otra enfermedad asociada a
la drogadicción que los restantes familiares, especialmente los hijos, aprenden
de sus progenitores algunos comportamientos, tal como la negación. De esta
forma, se da inicialmente una homeóstasis entre el medio y el comportamiento
que requieren los hijos de adictos para sobrevivir en el contexto de su familia
disfuncional. Posteriormente, esa lección aprendida en el medio familiar le
sirve para actuar en otros diferentes medios sociales, por ejemplo con
allegados significativos (amistades, personas cercanas, patronos y otros, que
denominamos como “terceros significativos”). La existencia de la drogadicción y
la codependencia nos lleva a la consideración de que en la enfermedad de la
adicción existe una transmisión intergeneracional de la disfuncionalidad
familiar del adicto, ya que la adicción es un fenómeno subyacente de la
personalidad y del manejo de las emociones y sentimientos humanos; razones por
las cuales la obsesión y la compulsión por consumir la droga deben ser tomados
muy en cuenta para el desarrollo de cualquier proceso de rehabilitación de un
paciente enfermo y/o de sus familiares co-dependientes. También se debe tratar
concomitantemente lo que la literatura de los grupos de autoayuda denomina como
defectos del carácter que son: ✧ El
resentimiento: modo en que la mayoría de los adictos reacciona contra el
pasado, y consiste en revivir una y otra vez en nuestra mente esas
experiencias. ✧ La ira:
forma en que afrontamos el presente, reaccionamos contra la realidad y la
negamos. ✧ Miedo:
lo que sentimos cuando pensamos en el futuro, es la respuesta a lo desconocido
que se contrapone a la ilusión.
9.- ¿Cuál
es el punto de vista profesional sobre la depresión?
·
CARACTERÍSTICAS DE LOS HIJOS DE ADICTOS: Los hijos de adictos son
personas que han vivido en un medio donde sus progenitores fueron o son
afectados por el consumo de alcohol y otras drogas; o que han vivido o crecido
con personas con conductas compulsivas y obsesivas, que se manifiestan en otros
tipos de adicciones, por ejemplo: al juego, a las comidas, al sexo, al trabajo,
etc. Estos hijos, actúan con factores bien definidos respecto a los síntomas
que se presentan en los adictos o sus dependientes. Sin ánimo de hacer
generalizaciones, una de las características más importantes de los hijos de
los adictos es la utilización del mecanismo conductual de la NEGACIÓN. ¿Pero,
qué es la negación? La negación en el adicto y en sus familiares
(co-dependientes) es un mecanismo que bloquea la conciencia de la persona
respecto a lo que la molesta o afecta; constituye una especie de “ignorancia
psicológica” acerca de cosas que son tan reales que no pueden desconocerse
sensitivamente.
·
El adicto que quiere ser ayudado debe ir al lugar indicado: un
albergue, centro de rehabilitación o comunidad terapéutica3, y permanecer en un
grupo de crecimiento de autoayuda (Alcohólicos Anónimos, Narcóticos Anónimos,
Co-dependientes Anónimos). Hay que recordar que en materia de tratamiento no
hay garantía de por vida; y menos si no se siguen los pasos adecuados para la
recuperación. Lo que pasa es que con tratamiento especializado, el riesgo se
reduce y el adicto puede tener éxito en la recuperación de su enfermedad. Si el
adicto no se somete a un tratamiento probablemente lo espera el hospital, la
cárcel o la muerte, porque el adicto está afectado física, mental, emocional y
espiritualmente.(Marcelo, 2007)
·
El uso de medicamentos estimulantes es una cuestión de plena actualidad
en psiquiatría, aunque su utilización y prescripción es controvertida .
Fármacos como el metilfenidato, las anfetaminas, o el modafinilo están siendo
utilizados y estudiados en distintas enfermedades psiquiátricas como el
trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), la dependencia de
cocaína, en trastornos del sueño y en la depresión resistente. Todos estos
fármacos tienen en común, igual que las drogas de abuso, que son medicamentos
que actúan sobre el sistema dopaminérgico, que constituye la base
neurobiológica del refuerzo fisiológico. Los estimulantes como el metilfenidato
o el modafinilo son fármacos eficaces en el TDAH y han sido estudiados en el
tratamiento de la dependencia de cocaína. En niños con TDAH el metilfenidato es
un factor protector para el desarrollo de drogodependencias. Existen estudios
experimentales con modafinilo que muestran la utilidad del fármaco en la
dependencia de cocaína, aunque son estudios preliminares, por lo que no se debe
considerar que este totalmente demostrado que los fármacos psicoestimulantes
sean eficaces en el tratamiento de esta dependencia. Aunque no son conocidos
todos los mecanismos fisiopatológicos, parece crítico que el refuerzo, y por lo
tanto el riesgo de dependencia, aparece cuando se producen incrementos rápidos
dopaminérgicos y que los efectos terapéuticos aparecen cuando son lentos y
mantenidos.
·
El sistema dopaminérgico constituye la base neurobiológica del
refuerzo fisiológico y que las drogas de abuso, como la cocaína o las
sustancias anfetamínicas actúan sobre este sistema. Sin embargo y a pesar de
que el consumo de estimulantes, como el metilfenidato, puede producir efectos
conductuales asociados con el abuso de sustancias y se debe ser consciente del
riesgo de abuso, es relevante conocer que sus propiedades farmacocinéticas
reducen su riesgo (Kollins, 2003).En la actualidad los clínicos necesitan poder
discernir cuales son los factores asociados al abuso o dependencia de estas
sustancias o a sus efectos médicos en el tratamiento de las enfermedades
psiquiátricas, y su posible uso en el abordaje la dependencia de sustancias
tanto en los programas de desintoxicación como, incluso, de mantenimiento. Para
ello es muy importante discriminar y conocer los efectos y las variables
clínicas que pueden influir tanto en las propiedades reforzantes, y por tanto
de abuso como en las terapéuticas para potenciar estas y evitar los riesgos de
adicción y mal uso. Volkow y Swanson, (2003) han identificado cuatro posibles
variables que incluyen la dosis administrada del fármaco, aspectos
farmacocinéticos, como es la vía de administración, las diferencias
individuales que pueden condicionar los niveles necesarios para que aparezcan
los efectos reforzantes, ligados al abuso o los terapéuticos, relacionados con
la disminución de síntomas.El futuro del tratamiento con psicoestimulantes en
drogodependencias parece prometedor aunque, para evitar falsas controversias,
es fundamental que se realicen más estudios sistemáticos que aclararen definitivamente
los mecanismos neuroquímicos en los que intervienen estos fármacos, sus
indicaciones precisas y utilidad en el tratamiento de las
drogodependencias.(Roncero & Casas, 2006)
·
Estos aspectos, por su relevancia clínica, nunca deben ser
subestimados, ya sea por su potencial invalidante, como por el riesgo de
comportamientos autodestructivos. Es necesario tener presente que la incidencia
de las expresiones clínicas de la depresión es evaluada entre el 1,8% y el 3%,
pero, seguramente, está subestimada por la tendencia de los adolescentes a
esconder y a disimular los problemas propios a los adultos y por su falta de
confianza para acceder en las estructuras terapéuticas “oficiales” (Nardi,
1995; Nardi y Pannelli, 1997ab, 1998). Pero existe un aspecto fundamental, a
menudo, poco valorado o ignorado en el ámbito de una concepción
fundamentalmente psicopatológica de los procesos psíquicos y que es, por el
contrario, considerado en forma principal a propósito de las oscilaciones del
tono del humor y que está ligado justamente al valor de “colorido subjetivo de
fondo” que adquiere en la vida psíquica.
·
Estas manifestaciones “patológicas” del decaimiento del tono del
humor pueden producir no sólo un estado agudo de malestar, sino también, si no
se logra tratarlas oportunamente, un serio compromiso del ciclo de vida
siguiente, afectando el perfil de la realización profesional, el afectivo y,
más en general, la proyección posterior. Para este propósito, los enfoques
tradicionales de la depresión adolescente resultan todavía en gran medida
insatisfactorios, sea en el plano nosológico como en el terapéutico aparecen,
más que nada, inadecuadamente “calibrados” para las complejas dinámicas
evolutivas típicas de los sujetos en el período adolescente. Por otra parte, es
notorio cómo la depresión adolescente se caracteriza por una amplia
variabilidad clínica y la no satisfactoria respuesta a los tratamientos
psicofarmacológicos. De acuerdo con tales consideraciones, una revisión
comparativa de los estudios recientes ha evidenciado que los protocolos de
intervenciones más eficaces son los constituidos por las terapias cognitivas
por sí solas, o asociadas con una farmacoterapia específica, obteniendo
porcentajes de remisión superiores al 65% (Brent et al., 1997).
·
En la práctica clínica se hace referencia frecuentemente a una
clasificación nosológica (del griego “nòsos” = enfermedad y ”logos” = discurso)
de los trastornos psico-comportamentales, basada en la descripción de los
síntomas y su agrupamiento en cuadros patológicos distintos, como lo hace el
sistema clasificador más usado propuesto por la American PsychiatricAssociation
en el Manual de Diagnóstico y Estadística de los Trastornos Mentales,
actualmente en su cuarta edición: el llamado DSM- IV (“Diagnostic and
Statistical Manual of Mental disorders”, 1994) . El DSM - IV, en el ámbito del
eje I (Trastornos Clínicos y Otras Condiciones que pueden ser Objeto de
Atención Clínica) incluye la depresión en el ámbito de los “Trastornos del Humor”,
entendido como colorido subjetivo de fondo de las variadas experiencias
vividas, que forma parte de todo contenido cognoscitivo. En este reagrupamiento
nosológico se distinguen habitualmente “trastornos del humor monopolares”, en
los cuales se manifiesta aquello que sólo es un decaimiento del tono del humor,
con una depresión clínica que puede encuadrarse en un trastorno depresivo mayor
o una distimia con transcurso típicamente crónico y trastornos del humor
bipolares, caracterizados por fluctuaciones del tono del humor, sea en el
sentido del decaimiento, como en el del elevamiento: fases depresivas y fases
hipomaniacales o maniacales, encuadradas en el ámbito de un trastorno bipolar o
de un trastorno ciclotímico.
·
A. Trastorno depresivo mayor. El tono del humor se presenta
deprimido la mayor parte del día - especialmente en la mañana, con toda la
jornada por delante – casi todos los días, con marcada disminución de los
intereses y el placer por todas (o casi todas) las actividades, sentimientos de
desvalorización o de culpa excesivos o inapropiados a la situación (hasta
formas delirantes), reducida capacidad para pensar y concentrarse, indecisión,
pensamientos de muerte recurrentes (con ideación suicida), sensación de fatiga
y de falta de energía, lentitud psicomotora (a veces también agitación),
inapetencia y significativa pérdida de peso (pero, a veces, por el contrario,
se observa un aumento), insomnio (frecuentemente lacunar, es decir, con
despertar durante la noche o en la fase terminal, con despertar matutino
precoz, mientras el insomnio de conciliación es típico de los trastornos
ansiosos o fóbicos).
·
Distima (del griego “dis” = prefijo de separación, dispersión,
inversión y “thymos” = alma, principio vital, sentimiento). En esta forma los
síntomas depresivos – decaimiento del tono del humor, baja autoestima,
sentimientos de desesperación, dificultad para concentrarse y tomar decisiones,
poca energía o astenia, reducción del apetito o hiperfagia, insomnio o
hipersomnia son menos notorios, tienen un modo de proceder crónico de dos o más
años y se asocian con frecuencia a irritabilidad (“disforia”, ver adelante).
·
Referencias
1. Marcelo, M. V.
(2007). Un estudio sobre la Depresiòn en Adolescentes. Iberoamericana de
Diagnòstico y Evaluaciòn, 9-22.
2. Nardi, B. (2004). LA
DEPRESIÒN ADOLESCENTE. Psicoperspectivas, 95-126.
3. Obando, L. A. (2003).
Drogadicciòn: hijos de la negaciòn. Revista de Ciencias Sociales, 45-55.
4. Roncero, C., &
Casas, M. (2006). Uso de fàrmacos en psicoestimulantes en drogodependencias.
Adicciones, 247-249.
5. Villalobos, L. B.
(2010). Drogadicciòn, farmacodependencia y drogodependencia: definiciones,
confusiones y aclaraciones. Cuicuilco, 61-81.
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